El campesino peruano, arrastrado por décadas de atraso en su desarrollo, se presta, una vez más, a luchar por la defensa de su economía, de sus tierras.
Para adentrar en el tema tenemos que ver primero la política del Estado peruano respecto a la agricultura en general. Podemos decir, en este punto, el Estado aplica una línea terrateniente en la agricultura que implica la evolución de la semifeudalidad, problema que no ha sido erradicado en ningún gobierno y es problema central del campesinado. Problema que se expresa en tres aspectos: a) problema de la tierra, inmensa cantidad de tierras para unos pocos y para la mayoría poco; b) la servidumbre, que se expresa en trabajo gratuito o semigratuito; c) gamonalismo, que es la expresión política del poder terrateniente. Esta forma puede ser en un gamonal y sus pequeños gamonalillos o representados por los municipios con sus alcaldes que son los que ahora acaparan las tierras a nombre del estado peruano, formándose en el fondo terratenientes de nuevo cuño.
Partiendo de esa realidad y en vista de las reivindicaciones del paro agrario de 48 horas, 72 horas en algunos lugares, podemos decir que es justo su lucha y la unidad alcanzada es un triunfo de las masas campesinas.
El estado peruano es un apéndice de países extranjeros, o sea, no sirve a los intereses nacionales sino a intereses de países extranjeros. Por ende el gobierno que tenemos es un gobierno antinacional y proimperialista. Esto implica que el gobierno de turno solo administra el estado para ganar una renta, servir a los intereses de otros países y no solucionar las necesidades de la inmensa mayoría del pueblo peruano. Expresión de nuestro sometimiento es los diversos TLCs firmados, que va contra el campesinado nacional; nula política de industrialización del país, prueba de ello es como está el campo a nivel industrial.
El modelo económico de “desarrollo” que ha impuesto al campo – el estado peruano – es la agroindustria, modelo que se basa en concentrar inmensas tierras para el monocultivo y enviar la mayoría de lo producido al extranjero, otras formas económicas es la unión de pequeños propietarios para con “asesoría” poder exportar sus productos y así según los representantes del estado saldría de la pobreza el campesinado.
Este talismán, para salir de la pobreza, requiere como primer punto la mayor concentración de tierras y es acá donde se ve la esencia del estado peruano, ahí se nota su real careta contra el pueblo.
Veamos algunos casos.
En la minería al campesino se le expropia la tierra para ser entregadas en favor de los grandes grupos económicos como Buenaventura, Yanacocha, etc., cumpliendo el estado peruano de imponer a sangre y fuego este modelo de “desarrollo” que solo sirve a países extranjeros y no a las necesidades de la inmensa mayoría. Generando problemas nuevos como depredación de los ecosistemas y futura crisis alimentaria al no haber tierras cultivadas que lleven productos al mercando interno.
La ley de tierras eriazas, tierras no cultivadas, que el estado puede reclamar como propio si en una cantidad de años el campesino no puede trabajarlo, esto es otro medio de concentración de tierras. La hipoteca mediante el banco agrario que en el fondo es un mecanismo de concentración de tierras. La ley de aguas, agua que es acaparada por grandes propietarios de tierras y los que tienen pocas restringidas en su uso. Los proyectos de irrigación como Chavimochic, chinecas, olmos y otros son formas donde el estado invierte presupuesto público para venderlo en grandes cantidades a grupos económicos como gloria, Oviedo, etc.
Vemos entonces que el problema de la tierra es un problema central en la lucha del campesino, Problema que entraña solo dos vías de solución: o se evoluciona la feudalidad hasta dar el salto al capitalismo o se barre de plano toda la feudalidad. Solo estos dos caminos tiene el campesinado.
Como se ve la esencia del estado peruano es anticampesina, no busca solucionar sus problemas. Como tal debemos ver que implica pedir reformar o nueva constitución. Preguntamos ¿acaso antes de la constitución de 1993 el campesino no tenía problemas en su desarrollo? La respuesta es sí. Volvemos a preguntar ¿con la “reforma agraria” de Velazco el campesinado accedió a la tierra? La respuesta es no. Entonces que más remiendos se le va hacer a las diversas constituciones que hemos tenido como país, hasta cuándo debemos seguir creyendo que una nueva constitución solucionará el problema del campesino; muy al contrario ese pedido de nueva constitución es necesidad de las clases dominantes y que lo lleva como bandera un sector de la clase dominante representada en la izquierda electorera. No hay que dejarse engañarse en este punto, esa nueva constitución es para refrendar las reformas que han venido desarrollando las clases dominantes y no el pueblo. Con gran fuerza reiteramos nuestro saludo a la lucha campesina, nada más queda seguir luchando contra este viejo estado, en medio de la lucha se ira avizorando la luz que iluminara las mentes de los hijos del pueblo y sabrán entender qué camino tomar para erradicar milenios de opresión sobre sus hombros. Saludamos las medidas de lucha que emprenden en la defensa de sus derechos.
¡Viva el paro agrario nacional!
Enero de 2018.
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