jueves, 1 de octubre de 2020

Análisis y Opinión Bolivia: La “transición” de los rancios conservadores en Bolivia



Es completamente elocuente el desprecio a los migrantes occidentales y el tratamiento de extranjero a éstos, extranjeros en su propio país, establecido por un sector de individuos que creen que Santa Cruz es su hacienda, levantando estos valores arcaicos y trasnochados se dan el lujo de certificar quien es o no ciudadano! como dijo Calvo. Si se tratara de eso, seguro que éstos conservadores no califican, pues confunden ciudadanía con vasallaje.

Análisis y Opinión


01/09/2020

La “emergencia democrática” que hoy “goza” Bolivia está representada en el gobierno transitorio, casi de cabo a rabo, por los sectores más rancios y conservadores del país. El reciente conflicto que movilizó a muchos sectores populares, conducidos en lo fundamental por el partido de Evo Morales, el Movimiento al socialismo, que canalizó el descontento popular para venderles la baratija pelear por elecciones, generó la reacción bravucona y amenazante de quienes representan con mucha fidelidad la estructura de pensamiento y el espíritu de los conservadores cruceños.




Aunque se llaman agroindustriales capitalistas y generadores del desarrollo económico del país, su pensamiento y acción los muestra como terratenientes feudales y reaccionarios fascistas; en el contexto actual hablan de democracia, libertades y Estado de derecho, pero no dan un paso sin amenazar con la cachiporra del hacendado y abren la boca para expulsar todo el desprecio racista que sienten y han sentido durante años quienes se creen dueños de las tierras de Santa Cruz.

El presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Rómulo Calvo Bravo, formado en la Universidad Cristiana de Bolivia, realizó estas elocuentes declaraciones refiriéndose a los bloqueadores “Este Comité no descansará hasta ver tras las rejas a estas bestias humanas indignas de ser llamadas ciudadanos; colonos que muerden la mano a esta tierra que les abre los brazos para que salgan de la pobreza, y pagarán esta tamaña afrenta”.

“Bestias” y “malagradecidos” en la mentalidad patronal del sujeto Rómulo Calvo que tiene a Santa Cruz como la panacea idílica donde la gente migra para salir de la pobreza. Con ese discurso se esconde que el latifundismo aplastó y oprimió hasta la muerte a miles de indígenas de tierras bajas, que el “éxito cruceño” se construyó sobre la base de la opresión a los campesinos e indígenas pobres a quienes se esquilma con estafas como el habilito y muchas de las relaciones semifeudales que encubre relaciones de servidumbre y trabajo no pagado a campesinos e indígenas en las tierras del Oriente. Con el mismo discurso encubre también la acción de grupos de choque fascistas como la Unión Juvenil Cruceñista que tiene una larga tradición de amedrentar y golpear a campesinos e indígenas, en las últimas décadas fomentar el odio hacia el migrante occidental amparado en una falsa bandera de defensa de los “valores cruceños”.

Calvo, quien sucede a otro presidente del Comité Cívico también conocido por sus “valores cristianos”, Luis Fernando Camacho, el “artífice de llevar la biblia a Palacio de gobierno”, no hizo declaraciones aisladas ni fuera de contexto. Precisamente en octubre del año pasado cuando Camacho organizaba el paro en Santa Cruz para sacar a Morales de la presidencia, este tipo de discursos eran parte del debate del Comité Cívico, otra cosa es que la prensa ramplona al servicio de las clases dominantes cruceñas se haga la opa y no diga nada de esto.


En una de las reuniones del Comité el año pasado se dijo, en referencia a los migrantes occidentales conocidos como los collas, “a Santa Cruz han venido japoneses, rusos, argentinos, chilenos, peruanos, y nunca hemos tenido problemas, solo cuando llegaron los collas hemos tenido problemas con ellos”.

Es completamente elocuente el desprecio a los migrantes occidentales y el tratamiento de extranjero a éstos, extranjeros en su propio país, establecido por un sector de individuos que creen que Santa Cruz es su hacienda, levantando estos valores arcaicos y trasnochados se dan el lujo de certificar quien es o no ciudadano! como dijo Calvo. Si se tratara de eso, seguro que éstos conservadores no califican, pues confunden ciudadanía con vasallaje.


Eso se pudo ver también en declaraciones de un miembro de un comité cívico provincial el año pasado cuando Camacho iba a rezar diariamente al Cristo en su lucha por “sacar al tirano y a la Pachamama del palacio de gobierno”. En esa ocasión este presidente cívico provincial, ante la neutralidad asumida por los indígenas de la Chiquitanía para con el paro cívico, refirió que éstos eran “unos malagradecidos, y que la próxima vez lo pensarán mejor antes de apoyar sus demandas”. Al cívico provincial no le gustó que “sus indígenas”, como les gusta llamar a los indígenas del oriente, se desmarcaran de la medida del Comité Cívico.

A esta rancia oligarquía les gustaría que todos fueran como el actual dirigente de la Central Obrera Departamental de Santa Cruz, Sósimo Paniagua, quien en octubre del año pasado fue posesionado en su cargo por nada menos que la Unión Juvenil Cruceñista.


Pero no debemos confundirnos, así como no todos los que protestan contra el actual gobierno y se han movilizado no son partidarios del MAS de Evo Morales, tampoco toda Santa Cruz piensa y actúa como este sector, el conservador y más rancio de la sociedad cruceña. Aunque es verdad que hay un fuerte dominio ideológico y cultural de los conservadores, Santa Cruz hoy es un complejo más grande alimentado precisamente por la migración de todas partes, donde generaciones anteriores venidas de otras regiones han hecho descendencia y se han fusionado con otras locales y también con los indígenas de tierras bajas.

Esto hace que no siempre haya un solo discurso político en la región, la voz de los pobres y explotados se escucha y se organizan también en defensa de sus derechos, en contra de estos sectores dominantes y rancios conservadores.

Los dirigentes cívicos cruceños representan a sectores de clase concretas, la gran burguesía financiera y terratenientes agrupados en el agronegocio, la ganadería y la explotación de madera, sus intereses son contrapuestos a las de los trabajadores, pequeños productores campesinos, comerciantes y pueblo en general compuesto por la sangre y color de todos los departamentos del país, que ha transformado y está transformando cotidianamente la identidad y cultura cruceñas.

En esta sección referida a Santa Cruz reproducimos un artículo de la fundación Tierra referido a esta problemática y a la arremetida de los transgénicos que lleva adelante el nuevo gobierno reaccionario “transitorio” de Jeanine Añez.


Análisis y Opinión


http://ftierra.org/index.php/opinion-y-analisis/957-los-patrones-del-oriente-y-los-transgenicos

Los patrones del oriente y los transgénicos

Gonzalo Colque*




01 Septiembre 2020

El debate sobre los transgénicos está exasperando a los patrones del oriente. Hasta hace poco, estaban agazapados frente a los medios, mimetizados en la oposición política o algunos de ellos autoexiliados, como Branko Marinkovic. Fueron aliados silenciosos pero efectivos del régimen de Evo Morales y, desde la llegada al poder de Jeanine Áñez, gobiernan Bolivia haciendo gala de su carácter bravucón para imponer el negocio de los transgénicos.

En las últimas semanas, una demanda legal de Acción Popular contra el decreto transgénico, activada por indígenas y ambientalistas, desató la furia de los patrones. Rómulo Calvo, presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, llamó “bestias humanas” a los bloqueadores cruceños y los acusó de “colonos que muerden la mano a la tierra que les abre los brazos”. Por otro lado, Marcelo Pantoja, poseedor de más de cinco mil hectáreas de tierras en Warnes, Pailón y Cuatro Cañadas, intimidó y amenazó a los activistas implicados en la acción legal. Desde su sillón de mandamás de ANAPO, les advirtió que “no se equivoquen”, sino él y sus pares llegarán hasta las “últimas consecuencias para desenmascararlos”.


Atacan a todo aquel que esté en desacuerdo con los cultivos transgénicos. Ante los bolivianos, se muestran como los dueños de la verdad científica y agricultores preocupados por la seguridad alimentaria. Sus portavoces, lobbistas y escribidores, se han convertido en “expertos” capaces de acuñar versos absurdos, como que los transgénicos son una “bendición para la biodiversidad”. Esta narrativa engañosa, sin embargo, no puede ocultar la mentalidad de patrón feudal que define a la élite del agro cruceño.

Un pronunciamiento del que hacen uso abusivo es una carta abierta del año 2016, firmada por 155 premios nobel donde habrían dicho “si” a la biotecnología. Los firmantes exigen a Greenpeace dejar de boicotear la producción de “arroz dorado” y otros cultivos transgénicos, argumentando que estos alimentos serían igual de seguros que otros. Este documento, de apenas ocho párrafos, es utilizado por los portavoces de los patrones del oriente como la última palabra en la materia a pesar de que más de 300 científicos europeos de ENSSER desautorizaron las afirmaciones erróneas que contiene sobre temas socioambientales.

Pero este halo de certeza científica no logra disfrazar la arremetida fascista. Para ellos, los promotores del desarrollo sostenible son unos “activistas irresponsables”, “enemigos de Santa Cruz”, simples “antidesarrollistas” y “malagradecidos”. Los patrones no admiten que el problema, más que la semilla modificada en sí, es el paquete tecnológico; sobretodo, el hecho de que la semilla fue manipulada en laboratorio con el propósito de ser fumigada con glifosato y, últimamente, con glufosinato de amonio, un veneno más potente. Los laureados firmaron confiados la carta porque el arroz dorado había sido modificado para producir vitamina A y no para el uso de glifosato. No sería ocioso preguntarles a los firmantes si estarían dispuestos a ratificarse sabiendo que en Bolivia, pequeñas pero, poderosas logias cuasi-feudales usan sus nombres para retener y acumular privilegios económicos.

La tendencia a imponer la fuerza por encima de las razones expone el carácter feudal de los patrones del oriente. Es una clase privilegiada cuyo poder nació del latifundismo improductivo de la década de los ochenta y noventa y que la acabó consolidando el INRA en la última década al titular grandes propiedades de forma corrupta. Es un sector que ahora cree que el Estado es su hacienda, una extensión más de sus dominios para profundizar el rentismo agrario, y así compensar la crisis del agro marcada por bajos rendimientos, altos costos de producción y pésima competitividad internacional. Buscan la adopción de nuevos cultivos transgénicos para expandir sus privilegios.

Defienden sus intereses bajo el manto de cruceñidad, poniendo por delante sus intereses como si fueran los de Santa Cruz, confundiendo a los propios cruceños y confrontándolos con el resto del país. Mientras esta confusión no se disipe y la sigan alentando los grupos de poder, la agricultura del futuro seguirá obstaculizada por los patrones del oriente.

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